“En la Argentina todo es difícil pero hay garra, veo con esperanza el futuro del teatro musical argentino”
En el teatro El Cubo de la calle Zelaya (Abasto) se escuchan acordes, teclados, pedacitos de canciones. Las butacas rojas aún están vacías; y la banda, en pleno ensayo.
Anteojos, camisa negra a rayas blancas, pantalones oscuros, aire de concentración. Rodeado de timbales y platillos, Masutti (62) ensaya con el resto de la orquesta de “Narciso, Ópera Rock”, el nuevo musical en el que participa. Casi en penumbra, en un ángulo del escenario, ejecuta la música a la orden del director. Una luz verde ilumina las partituras cuyas páginas va pasando sin prisa, llevando con las baquetas el ritmo de la música.
Una vez abajo del escenario, pese a que faltan 10 minutos para que empiece la función, adopta una actitud relajada: “Empezamos cuando quieras”.
Teatro musical: aires de cambio
-Estamos viviendo un tiempo muy especial para el teatro musical: hay mucho movimiento, está surgiendo con fuerza. “Drácula” en el 91 marcó un antes y un después de la comedia musical. Los actores se dan cuenta de que tienen que formarse integralmente, hay muchos músicos que se están especializando en tocar musicales; tienen que ser muy versátiles: saber de música sinfónica pero a la vez tener la ductilidad de poder tocar música jazz o música popular; es muy interesante. Y siento que ya hay un público en la Argentina que se está formando. Hay que desarrollar más, lograr que en la Argentina haya más turismo y que el turismo vaya al teatro. Eso creo, deseo y quiero.
El Broadway de Sudamérica
-Con Ángel (Mahler) ya estamos desarrollando un proyecto que es un deseo muy profundo: que la calle Corrientes vuelva a tener el brillo que tuvo o –para hablar mejor- no el brillo que tuvo, sino que tenga un nuevo brillo similar al que antes tuvo, que perdió. Los teatros lo tienen, sí, porque los teatros brillan, pero no Corrientes. Queremos que esta calle sea el Broadway de Sudamérica; sé que lo vamos a lograr.
Hay muchos deseos del Gobierno de la Ciudad de hacerlo. Es difícil, en la Argentina es todo difícil pero a la vez hay mucha garra, hay mucho deseo…Ángel volvió de Estados Unidos hace muy poco, de ver obras, y hay algo muy interesante que me comentaba: que en cuanto a producción todo es increíble porque son millones de dólares arriba del escenario,…en términos técnicos, las orquestas se escuchan perfectas. Ahora bien, la garra, la intensidad que pone el artista argentino, es una cosa que se percibe siendo espectador. El espectador no sabe qué es, nosotros sí: es el haber salvado tantas trabas, tantos esfuerzos,… Allá todo es fácil, y está muy bien, pero yo creo, deseo y aspiro a que esto se logre con esa energía y ese valor agregado que le sabemos poner nosotros.
Buenos augurios para lo nacional
-Acá en Argentina hay valores maravillosos: está Favero que también tiene sus obras, yo lo respeto muchísimo, hay directores como Gardellini, por ejemplo,…pero son musicales extranjeros…Lo fantástico de las producciones de Pepe (Cibrián) y Ángel (Mahler) es que las obras son argentinas, hechas por argentinos, actuados por argentinos, creados por argentinos, con músicos argentinos: todo es argentino; esto marca la diferencia. Ellos son los dos pilares de los musicales en la Argentina.
Yo veo con esperanza el futuro del teatro musical. Yo ya veo que está funcionando cada vez hacia adelante, que no hay un retroceso para nada. Y como músico apuesto a eso, deseo eso, y estoy muy feliz de formar parte de la historia, desde mi humilde lugar.
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Hoja de vida
-Comencé muy temprano, tocando desde los 14 años, y estudiando batería alrededor de los 16 con un gran maestro, Junior Chessari, yo fui su primer alumno y el fue mi primer maestro: toda una casualidad.
Pero ya para esa época escuchaba mucha música sinfónica, mal llamada clásica, con un grupo de amigos de mi papá. Se reunían nada más que los hombres; las mujeres después iban a cocinar (risas). Ellos me enseñaron mucho a conocer lo que es una orquesta, y siempre me gustó la percusión. Pasaron unos años y tuve muchas contras de mi familia, inclusive terminé una licenciatura en Marketing, estaba muy confundido. Pero en el fondo, en el fondo y en la superficie lo único que quería era ser músico, dedicarme al arte…
Me fui metiendo en el mundo de lo que es el tocar e ingresé a la orquesta juvenil de radio Nacional, después estuve en la sinfónica de la Policía , y en la banda sinfónica municipal. Después entré a la sinfónica de San Martin, más tarde estuve en la orquesta estable del Teatro Colón, en fin: empecé a tocar en 20 mil lados… En el ´91 me llamaron para hacer “Drácula” y ahí tuve la suerte de conocerlo a Ángel Mahler… desde ahí comencé a hacer musicales.
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"Esta es una obra hermosísima cuya música escribió Damián, el hijo de Ángel. Damián está escribiendo maravillosamente bien, llevando a cabo sus primeros emprendimientos. Cuando supe que tenía este proyecto le dije “bueno, quiero estar, tengo que estar”. Me invité (risas)…y estoy contentísimo, porque soy el único joven de sesenta y pico al lado de viejos que no tienen más de veintipico. Así que es lindísimo, lindísimo."
Las funciones son todos los jueves a las 21hs hasta el 8 de diciembre. Entradas ($80) disponibles en Tu Entrada o en la boletería del Teatro El Cubo, Zelaya 3053.
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